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Recalculando

25 mayo, 2017

Recalculando

Desde el viernes tengo tiempo libre de forma forzada, así que he decidido escribir algo. Pero, por dónde empezar, llevo tiempo sin escribir ¿Comienzo por el fin, por el principio?

¿Escribir pensamientos en el blog? ¿Realmente la gente lee el blog? Esa es una pregunta que me hago varias veces: ¿A alguien le interesa lo que escribo? ¿O solo entran a la Web a ver las fotos? ¿O ni siquiera eso?

¿Cuento lo último que me pasó y luego explico? ¿Explico o voy creando suspenso?

¿Cuento que tuve un accidente?

Tengo una teoría, que en mi caso se va cumpliendo cual profecía. Yo digo que si viajas 15 días o un mes, regresas y escribes un libro, si viajas tres meses ya apenas da para un artículo en alguna revista de viajes con algunas recomendaciones, pero si viajas más de un año, no sabes qué escribir. Y aunque he ido llenando diariamente mi diario de papel, el cual funciona como bitácora de viaje, seguía en blanco de ideas.

La verdad que de hecho llevaba este último mes, complicado, sin saber qué escribir. Si bien tenía muchas ganas de publicar un texto sobre el aniversario de mis 2 años viajando, por más que le di vueltas, no encontraba nada que tuviese pies ni cabeza y si le agregamos que estuve en cama casi 4 días con fiebre en esas fechas, resolví que no era ni glamoroso, ni aventurero escribir ese texto desde la cama.

Cúlpenme de romántico, pero es que yo me había imaginado escribiendo a los pies de los volcanes en el este de la isla de Java. Ya saben, esas ideas idílicas que nos montamos y que casi nunca se cumplen exactamente como las teníamos pensadas.

Y aunque los posts escritos se han ido distanciando, sí mantengo de forma periódica las publicaciones de las fotos. La única razón por la que no he subido nuevas este mes, es que tengo ocupado hasta el 31 de mayo el sistema de venta con los pósters de conmemoración de los 2 años, que me ayudan a ir sumando algún dinero a la hucha para cuando crucemos a Australia.

En fin, a lo que iba, la razón del tiempo libre es que con Atenea hemos tenido un accidente. De los dos, ella se llevó la peor parte. Mientras que yo por suerte apenas tengo un pequeño raspón en el brazo, Atenea está en el taller y nuestros planes paralizados.

He llegado a la conclusión, sin que esto valga de generalización, que para algunos sujetos, el respeto y la atención por el resto de personas en la calle es inversamente proporcional a la potencia y a la cantidad de ruedas que tenga el vehículo que conducen. Y no se realmente la causa, pero creen que conducir es un juego y que no entraña peligro.

Todo sucedió cuando iba a comprar nuestro ticket para cruzar en ferry a la isla de Sulawesi. Yendo por una avenida -de esas que tienen canteros con árboles en el medio- de pronto un coche salió de un cruce sin mirar y lo peor es que al verme, la conductora se asustó, y frenó, atravesando el coche en la carretera.

Con muy poca distancia para cualquier maniobra y con el cantero como opción, mi táctica de escape se vio truncada y mientras trataba de frenar terminé chocando contra la parte posterior del vehículo. La parte delantera de Atenea quedó bastante afectada.

Ahora, gracias a amigos moteros de Indonesia, está en un taller y la están reparando. Al tiempo de escribir el post, no sé aún el alcance total del daño ni sé exactamente cuánto tiempo estaremos detenidos. Espero que los planes que tenía no sufran un cambio demasiado drástico.

Hoy además de escribir, he regresado a mis anotaciones. Este mes mientras avanzaba por la Isla de Java en Indonesia, y teniendo en cuenta lo lento que iba viajando, durante las noches me puse a hacer números, calculando distancias, días de visa que me quedan, ahorros, posibles ingresos y costes de enviar a Atenea a Chile, para poder saber mis opciones en el viaje, y poder improvisar pero teniendo datos reales y llegado el caso tomar una decisión desde donde enviarla.

Así que como cuando ponemos una dirección en el GPS y nos pasamos la salida o cambiamos de recorrido, ha salido una voz diciendo: Recalculando.

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