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Arrancar de nuevo

5 enero, 2017

Arrancar de nuevo

Estos últimos cuatro meses han sido muy frenéticos en el aspecto físico, pero sobre todo emocional. En agosto aparqué mi moto Atenea en casa de mi amigo motero Sunny, en Kuala Lumpur, para viajar a mi natal Buenos Aires a visitar a mi madre enferma y acompañarla durante parte de su tratamiento. En octubre y noviembre estuve en España impartiendo charlas y talleres. En diciembre regresé a Buenos Aires para hacer compañía a mi madre mientras poco a poco va recuperándose de la quimio y completa los últimos pasos del tratamiento. Por suerte todo ha ido muy bien y estoy muy orgulloso de ella por cómo lo ha llevado. En estas situaciones importan mucho las palabras de apoyo y mensajes de ánimo, pero me parece aún más importante acompañar a nuestros seres queridos y respetar sus procesos internos.

Durante este tiempo he usado todos los medios de transporte posibles, menos la motocicleta, así que he sufrido un síndrome de abstinencia de moto bastante importante. He tratado de no pensar tanto en el viaje para no fomentar más esa sensación, pero las reuniones con viejos y nuevos amigos moteros, así como las charlas de viajes o sobre mi propio periplo, lo han hecho realmente difícil.

Cuando viajaba en tren entre Madrid y Barcelona, me sorprendió cuánto echaba de menos a Atenea al quedarme pasmado contemplando una moto que viajaba con maletas a sus costados avanzando por una carretera paralela a las vías. Mis recuerdos me transportaron a las carreteras de Turquía, a las estepas interminables de Mongolia, al caos vehicular de India. En definitiva a los 50.000 kilómetros recorridos en un año y medio sobre Atenea, mi Royal Enfield, desde que salí de Barcelona ya un lejano 1 de mayo del 2015 dando la última vuelta de llave.

Estos pensamientos también me han transportado al futuro, a la ruta que mentalmente voy imaginando para los próximos meses; los visados; los tiempos que puedo permanecer en cada lugar. Por desgracia hay otros pensamientos que me agobian un poco, sobre todo al hacer cuentas de ahorros y posibles formas de seguir financiando los costos del viaje. Pero la sensación de haber completado una parte importante del recorrido, y haberlo hecho día a día, kilómetro a kilómetro, me ayuda a relativizar algunas dudas.

Cuando comencé a organizar este viaje la idea inicial era hacer la vuelta al mundo sobre Atenea durante dos años, tomando como ejemplo el viaje de otras personas que habían hecho una ruta similar. En mayo, al cumplir un año en la carretera, haciendo balance, decidí sin embargo no presionarme con las fechas y dejarme llevar sin más, como llevo haciéndolo hasta ahora. Con mi frase de cabecera de que el plan es que no hay plan. Que el viaje es en realidad el camino y no un destino.

Ahora cuando faltan horas para tomar el avión de vuelta a Kuala Lumpur, sé que al regresar Atenea necesitará una pequeña puesta a punto por haber estado aparcada desde finales de agosto y una pequeña reubicación de las maletas. Y que este corte en el viaje, aunque no estaba planeado originalmente, me ha permitido renovar documentos míos y de la moto y cerrar algunos otros asuntos. La idea ahora es seguir en este viaje de vida nómada que no pensé que me conquistaría, pero que por ahora no tiene fecha fija de regreso.

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