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El Camino de los ancestros

3 julio, 2017

El Camino de los ancestros

Ne Selpi, a sus 80 años, carga un plato con arroz y un jarrito con café, sube trabajosamente los ocho escalones que la llevan al interior del Tongkonan, la casa tradicional que precede al resto de construcciones en el recinto familiar. Al llegar junto a su hermana, se persigna y con voz suave dice: Norma ¡despierta! Aquí tienes tu desayuno.               A continuación, se inclina para depositar la comida al costado de un ataúd.

Esta escena que podría ser de una película, se produce en un pueblo en Tana Toraja, en la región montañosa central de la isla de Sulawesi, en Indonesia, donde muchas familias mantienen a sus seres queridos en sus casas durante semanas, meses o incluso años después de su fallecimiento. Hasta la celebración del funeral, al difunto se le tratará como “to makula”- persona enferma, a quien se le hablará y se le alimentará simbólicamente.

 

Dinero y clases sociales

La celebración de los funerales se pueden retrasar tanto tiempo como el requerido hasta ahorrar el dinero para honrar a la persona de una forma que demuestre el estatus social de la familia. El costo de este ritual puede ascender a miles de euros. Por ejemplo: Cuantos más búfalos y cuanto más grande el funeral, más se muestra la capacidad económica o nivel social de la familia. Un búfalo negro puede costar 2400 euros pero si se quiere tener un búfalo albino su precio puede oscilar entre los 13000 y los 45000 euros.

A este costo, hay que agregar los varios cerdos, el arroz, el personal que cocina y que actúan como camareros y las construcciones provisorias para alojar a los invitados al funeral. Una fortuna. Si tenemos en cuenta que el salario mínimo en el país es 250 Euros.

 

Pelea de búfalos

Hoy hay peleas de búfalos en Tobubun, me comentan en el hostal donde me alojo. Hay que ir pronto, las luchas entre estos animales solo ocurren cuando hay un funeral grande y atraen a cientos de curiosos y gente de pueblos vecinos que aprovechan los enfrentamientos para apostar algunas rupias. Con nombres escritos con aerosoles en sus cuerpos, los animales de más de 500 Kg. son jaleados uno frente a otro hasta que sus cabezas comienzan a chocar y sus cuernos se entrelazan, empujándose en el barro, jadeando, para júbilo de los asistentes.

Pero puede suceder que los animales se ignoren completamente y ahí una desazón invade al público. O que uno persiga a otro y con tanta potencia no es raro que uno de esos animales rompa el pequeño corral construido, sin mucha seguridad, con cañas de bambú, lo que genera otra vez júbilo en los espectadores y corridas tratando de esquivar al búfalo.

Los animales corren porque están asustados, corren por su vida, pero lo que no saben es que su próxima presentación en sociedad, durante el funeral, será el momento en que sus almas acompañen a la del difunto.

 

Sacrificios

Se mueve entre las cabezas de otros que yacen sin vida. El encargado de la matanza, eleva el brazo y tira con fuerza de la soga unida al aro en la nariz. Con un movimiento hábil, el cuchillo ocasiona un tajo profundo en el cuello del búfalo, en este caso un albino. Su primera reacción es soltarse. Mientras el matarife mantiene tensa la cuerda y el cuchillo en el aire.

Va desangrándose, pero su vigor le hace intentar soltarse. Quiere correr, pero se tambalea. Vuelve sobre sus pasos, como si estuviese ebrio. Sus pezuñas pisan su propia sangre. Trata de respirar, pero el aire no llega a sus pulmones, que escapa por el agujero en la tráquea. Cae sobre el barro. Su cabeza se eleva al cielo. Pero cae, por última vez, sobre un charco de sangre. Su cuerpo se pone rígido. Muere.

La gente celebra, grita, se ríe, disfruta del espectáculo. Lo graban.

Terminado el sacrificio, se genera silencio.

 

Procesión y descanso final

Ingreso al lugar del funeral donde se escucha a un pastor protestante dirigir el servicio en honor al fallecido. Terminada la ceremonia, y luego de almorzar, un grupo de familiares baja el ataúd desde el Lakian, la construcción donde el cuerpo ha sido alojado y desde donde ha presidido el funeral.

Se le atan dos largas cañas de bambú y comienza la procesión hasta el lugar de sepultura. En el camino, los que cargan el ataúd irán cantando, lo jalearán de un lado a otro, se tiraran agua y barro cuando pasen por un campo de arroz, un ambiente festivo que se parece más a un carnaval que a un funeral. Contrasta con los llantos de algunas de las mujeres que acompañan.

Finalmente, el cuerpo del difunto es introducido en el nicho en la roca. Llega al fin, en algunos casos después de años de haber fallecido, al lugar de descanso junto a sus ancestros.

*En la Web pronto habrá una pequeña selección de las fotografías que he realizado.

 

 

  1. Gracia Barrué dice:

    En septiembre pasado estube en un funeral en Tana toraj,…es impresionante como viven la muerte,..porque es vivirla y no morirla, o esconderla como lo hacemos en nuestra cultura,… estuvimos en una aldea comiendo y durmiendo en una de sus casa. dormi en la habitación donde normalmente tienen a los «enfermitos»,… con el sonido y los golpes del bufalo que estaba en la estancia bajo nuestras cabezas,… alimentado sin cesar para hacerlo crecer en el menor tiempo posible,… y con los aldeanos metidos en la faena de la construcción de estancias para el proximo funeral…., en otra aldea presenciamos un funeral,… una experiencia inolvidable,..pueblo amable y cordial … un placer haber tenido esta experiencia y sentir como la relatas. Soy aficionada a la fotografia y me parece superintersante este trabajo que estas haciendo,… e imagino cuanto aprendizaje a nivel humano, animo

  2. admin dice:

    Hola Gracia,
    Muchas gracias por tu mensaje. A mi me parece interesante la forma que se relacionan con la muerte. A mi pesar me parece que el dinero es tan importante para ellos en su muerte como lo es para nosotros en la vida. Yo dormi en la habitacion del cuerpo tambien junto a la familia. Una experiencia sin dudas. Muchas gracias de nuevo por tu pensaje y se agradece promocion en tus redes si te ha gustado.
    Wal

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